TRANSICIÓN POLÍTICA
El concepto de transición política remite a un proceso de
radical transformación de las reglas y de los mecanismos de la participación y
de la competencia política, ya sea desde un régimen democrático hacia el
autoritarismo, o desde éste hacia la democracia. En sentido estricto el
concepto se aplica en torno al análisis del paso desde un régimen autoritario
hacia uno poliárquico (Dahl: 1961). Desde una perspectiva general, el término
de transición hace referencia a un proceso de cambio mediante el cual un régimen
preexistente, político y/o económico, es reemplazado por otro, lo que conlleva
la sustitución de los valores, normas, reglas de juego e instituciones
asociadas a éste por otros(as) diferentes (Santamaría:1982). Ello implica que
las transiciones no siempre se circunscriben a transformaciones políticas, sino
que también puedan afectar otros ámbitos. Así, y además de la esfera política,
habría que referirse a la económica, institucional o a aquélla otra que afecta
a la organización del Estado, y cuya conjunción en algunos ámbitos espaciales
ha sido caracterizada como de una revolución sin precedentes históricos (Offe:
1992).
La transición que llevó México fue de tipo conflictivo, aunque influyen también factores de tipo consensual pero de manera muy
esporádica. Comenzando con la naturaleza de los pactos políticos; en el poder había
una gran ausencia de estos, puesto que se cerraban siempre a la negociación, ya
que era una dictadura lo que se vivía con el régimen autoritario marcado por
el PRI. Posteriormente se comenzó a dar la extensión de dichos pactos y a abrir
las negociaciones y los diálogos dentro de los conflictos políticos que
entorpecen la continuidad del régimen en el poder, ya apoyaban la transición.
"La llegada de los tecnócratas"
Alrededor de 1982, se dio una transformación en la élite política
mexicana; los políticos tradicionales habían formado la estructura partidaria y
habían tenido puestos de elección y cargos partidarios, fueron sustituidos por
los llamados tecnócratas.
Justamente como su nombre lo indica, se trata de técnicos
formados para ocupar puestos gubernamentales, no por la experiencia sino por
los conocimientos teóricos, particularmente en economía y finanzas.
De este modo este grupo fue desplazando a los políticos
tradicionales.
En este proceso de transición a la democracia los otros
partidos políticos se convirtieron paulatinamente en fuerzas y opciones de
poder; incluso hizo que aumentara para el gobierno la necesidad de recurrir a
fraude electoral, para asegurar el triunfo a un partido dominante.
Poco a poco los partidos de oposición ganaron elecciones;
luchaban por obtener una reforma electoral justa y transparente.
Esto convertía a los partidos en la única opción de cambio,
de lograr las transformaciones sociales a las que muchos aspiraban. La sociedad
civil desempeño función, al presionar al régimen para obtener las reformas
necesarias. Por muchos años, la oposición fue ejercida por el PAN. Desde
mediados de los ochenta logró ir ganando presidencias municipales, y finalmente
en 1989, se reconoció una gubernatura en Baja California.
Y sucedió lo que tenía que suceder: el fin del unipartidismo
Este sistema ya venía resquebrajándose con las formas
electorales y con el triunfo de partidos de oposición en diversas elecciones,
pero en un régimen presidencialista como el nuestro restaba llegar al cargo al más
importante: el presidente.
A partir del Frente Democrático nació un nuevo partido de
oposición, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que en 1977 obtuvo
por medio de elección la jefatura de gobierno de la capital mexicana.
Fue necesario que pasaran doce años, durante los cuales lo
saciedad civil y los partidos políticos presionaron al gobierno, para que, en
las elecciones presidenciales del año 2000, resultaron ganador un candidato de
la oposición: Vicente Quesada, del PAN.
Esta fecha marcó el fin de 71 años de PRI en el poder y el
surgimiento de un nuevo sistema pluripartidista. La democracia se encontraba más
cercana.
Desde los años setenta se hizo evidente que el estado
mexicano, aun con el indigenismo que pregonaba, estaba lejos de llegar a
solucionar la situación de marginalidad de la población indígena de nuestro
país.
El neoliberalismo llegó a agravar la situación de los
indígenas pues disminuyó el gasto social, eliminó subsidios a productos
agrícolas que producían y deformo el artículo 27 constitucional. En Chiapas la
situación generó una rebelión: la rebelión zapatista que estalló el primero de
enero de 1994.
A fines de 1995 e inicios de 1996, ya durante la presidencia
de Ernesto Zedillo, se daría otro periodo de negociación del cual saldrían los
acuerdos de San Andrés Larráinzar que apuntaban a la conformación de una nación
pluriétnica. Sin embargo, nunca se llegaron a poner en práctica y, años
después, la situación se encontraba detenida y el conflicto latente y sin
resolver, como lo demostró lo matanza de Acteal en 1997 y la larga marcha
zapatista a la ciudad de México en 2001.
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